IMAGEN PÚBLICA Y PRIVADA
IMAGEN PÚBLICA E IDENTIDAD PRIVADA: Condicionantes del desempeño
Un aspecto a tener en cuenta cuando formulamos un juicio sobre alguna
persona, es que nuestras opiniones impactan fuertemente en su imagen pública.
Cuando hablamos de imagen pública nos estamos refiriendo al conjunto de
características y atributos (positivos o negativos) que se le adjudican a todo
individuo y a cualquier sujeto social (empresa, institución, organización). Todos
tenemos una imagen pública constituida por los juicios que los demás hacen
sobre nosotros.
Cuando decimos que una empresa “tiene productos de mala calidad” o
que “brinda un servicio de excelencia”, o cuando formulamos el juicio de
que “Pedro es buen profesional”, “Raúl no cumple con sus compromisos”
o “María no comparte toda la información”, le estamos atribuyendo
determinadas particularidades que, en la medida que son compartidas por otras
personas, se constituyen en su imagen pública.
Y esto no es algo menor, ya que si tenemos en cuenta que tomamos nuestras
decisiones en base a nuestros juicios y opiniones, es probable que si creemos
que una empresa tiene productos de mala calidad decidamos comprarle a la
competencia, y si opinamos que Raúl no cumple con sus compromisos, dócilmente
decidamos coordinar algún trabajo con él y tal vez optemos por convocar a Pedro
a quien reconsideramos un buen profesional. Es decir, los juicios que los demás poseen sobre nosotros condicionan nuestra
capacidad de acción y la efectividad de nuestro desempeño.
Es por esto que decimos que la imagen pública es un “capital inmaterial”
que condiciona nuestro horizonte de posibilidades. Cuando efectuamos juicios
sobre otros o cuando otros realizan juicios sobre nosotros, lo que nos es
posible se modifica, mejora o empeora, llegando incluso al extremo de lo que
Jorge Gebner denomina “aniquilamiento simbólico”. Esto puede suceder cuando
alguien que tiene una baja autoestima, recibe juicios negativos de su entorno
que lo llevan a desbastar su auto percepción y a paralizar su capacidad de
acción.
Acá surge otro elemento que es el
vínculo que existe entre la imagen pública y la identidad privada.
Podríamos definir a la identidad privada como el conjunto de juicios que
toda persona posee acerca de sus propias características, valores y atributos
con los que se auto identifica y se auto diferencia.
La situación ideal es cuando nuestra identidad privada nos resulta
satisfactoria y, a su vez, podemos comprobar que es coincidente con la percepción
que los demás tienen de nosotros. La pregunta que podríamos formularnos es ¿Qué
hacer cuando nuestra identidad privada no coincide con nuestra imagen pública?
Al respecto pueden darse diversas circunstancias que analizaremos a
continuación.
Vínculos entre Imagen Pública e identidad
Privada
La primera alternativa se produce cuando alguien tiene un elevado juicio
acerca de su desempeño y, sin embargo, las personas con las que habitual mente
interactúa opinan que posee notables áreas de incompetencia. Es decir, su
identidad privada está sobre valorada con respecto a su imagen pública.
Este tipo de circunstancia surge con cierta frecuencia en las sesiones de
coaching que se realizan con la devolución de un Feedback de 360º. Esta
herramienta, que se utiliza para el desarrollo gerencial, consiste en
auto evaluarse en distintos aspectos del desempeño laboral (identidad privada) y
luego comparar esta auto evaluación con la evaluación que en forma anónima y
confidencial realizan sus superiores, colegas y subordinados (imagen pública).
De esta manera la persona puede visualizar y contrastar las coincidencias y
diferencias que existen entre la apreciación que él tiene de sí mismo, con la
que realizan las otras personas de su entorno laboral.
Al respecto, es importante señalar que nuestra imagen pública tiene un carácter dinámico y no permanece estática
ni inmutable en el tiempo. Son nuestras acciones las que nos viabilizan cambiar
y transformar los juicios, sobre cualquier aspecto de nuestra imagen pública
que reconsideremos disfunciones para nuestro desempeño.
Otra alternativa en este vínculo entre identidad privada e imagen pública,
es que haya coincidencia y que ambas den cuenta de una evaluación negativa.
Imaginemos que alguien considera que posee una actitud de retraimiento y
timidez que le dificulta establecer relaciones fluidas con gente que recién
conoce y esto, a su vez, coincida con la opinión de otras personas que lo
consideran poco sociable. En este caso, como en el anterior, es factible
realizar un cambio personal que posibilite efectuar las acciones que modifiquen
la imagen pública.
La última variable puede producirse cuando la imagen pública es más
favorable que la identidad privada. Aquí se pueden dar dos situaciones
absolutamente contra puestas. La primera es cuando una persona es consciente de
su incompetencia en un área determinada, pero sin embargo logra hacer creer a
su entorno de su idoneidad al respecto. En esta circunstancia la imagen es pura
cosmética, ya que está basada en juicios infundados y sólo podrá aportarle un
beneficio a corto plazo.
La segunda situación es cuando el individuo tiene una baja autoestima y
una pobre ponderación sobre sí mismo y, por lo tanto, infravalora sus recursos
personales y percibe sus cualidades y competencias por debajo de lo que las
consideran las personas de su entorno.
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